La importancia de trabajar la REMINISCENCIA con las personas con Alzheimer:

¿QUÉ ES LA REMINISCENCIA?

La reminiscencia consiste en pensar o hablar sobre la propia experiencia vital a fin de compartir recuerdos y reflexionar sobre el pasado. Es una parte natural de las vidas de la gran mayoría de las personas, y es también una agradable actividad social. Constituye un medio para establecer vínculos con los demás compartiendo actividades pasadas y reflexionando juntos sobre el presente. Las personas de edad suelen disfrutar haciendo inventario de su pasado, especialmente si se encuentran en compañía de viejos amigos. Sin embargo, cuando los cónyuges o los amigos de la época han fallecido o se han alejado, las reuniones sociales con los contactos que aún se conservan pueden ser complejas de organizar, ya que la movilidad, la distancia y otras dificultades las obstaculizan. Para estas personas, un grupo de reminiscencia más estructurado puede constituir una forma agradable de hacer nuevos amigos y ofrecerse mutuamente apoyo y comprensiócn. El contenido de la reminiscencia, al ser personal y particular, actúa como un sendero por el que conocer rápidamente y valorar a las personas implicadas. Cuando evocamos nuestros recuerdos desvelamos detalles pequeños pero significativos sobre nuestras vidas, que normalmente no suelen compartirse al principio de una relación. La combinación de los recuerdos específicos de muchas personas crea una comunidad de experiencia en la que todos los participantes tienen la impresión de estar involucrados. Las experiencias y los recuerdos recién compartidos establecen las bases para la participación del grupo en las actividades sociales y culturales, con lo que se obtienen unos resultados altamente terapéuticos.

Para los familiares cuidadores, la reminiscencia puede ser una forma de permanecer en contacto con la vida pasada que han compartido con la persona que está bajo sus cuidados en la actualidad. Recurrir a experiencias positivas del pasado puede ayudar tanto al cuidador como a quien padece la demencia a enfrentarse mejor a las dificultades que entraña el presente. Si los cuidadores pueden incluir la reminiscencia entre las actividades cotidianas de la persona con demencia, descubrirá que es una forma muy útil de estimular buenos sentimientos y de suavizar la rutina diaria. La reminiscenica puede encajar muy bien con otras estrategias ya utilizadas para paliar los efectos de la enfermedad, contribuyendo a potenciarlas.

HABILIDADES REQUERIDAS PARA LAS ACTIVIDADES DE REMINISCENCIA.

Aunque se requieren ciertas habilidades para llevar a cabo técnicas de reminiscencia, no es neesaria ninguna titulaión formal. Cualquier persona que disfrute de la compañía de los demás y a la que le guste escuchar historias puede desarrollar las habilidades necesarias. Entre las que se requieren para desarrollar con eficacia este tipo de actividades se cuentan las siguientes:

-Escuchar con atención.

-Recordar lo que se ha escuchado, y establecer sus vínculos con otra información.

-Sentir empatía (comprender cómo se siente la otra persona).

-Relacionarse con los demás con sensibilidad.

-Enfrentarse a la expresión de emociones dolorosas.

-Manifestar interés por el pasado.

Aunque para trabajar con quienes padecen demecia se necesitan estas mismas habilidades, el tacto y la capacidad de escuchar, estas personas necesitan ayuda adicional para poder recuperar y disfrutar plenamente los recuerdos que aún conservan. Será necesario desarrollar una mayor variedad de perspectivas a fin de incidir en cualquiera de las formas de comunicación de las que todavía puede hacer uso la persona con demencia. Entre estas podría incluirse la estimulación de todos sus sentidos y una reacción positiva ante sus intentos -verbales y no verbales- de comunicarse.

BENEFICIOS DE UTILIZAR LA REMINISCENCIA CON QUIENES SUFREN DEMENCIA.

-Es una experiencia agradable, tanto para la persona que escucha como para la persona que esta evocando su pasado.

-Se centra en los recuerdos más tempranos, que suelen seguir siendo muy claros cuando ya se ha deteriorado la capacidad para recordar acontecimientos más reciente.

-Permite que quienes padecen demencia regresen a unos tiempos en los que eran personas activas y sanas y vuelvan a experimentar sus sensaciones de entonces, por ejemplo la sensación de tener confianza y seguridad, en comparación con el presente.

-Otorga a quienes padecen demencia un cierto grado de control. Estas personas deciden qué recuerdos develar y cuanto confían en la persona a la que le están hablando.

-Permite a quien escucha descubrir más cosas sobre el pasado de la persona con demencia. Ello puede ayudar a comprender el comportamiento actual y los sentimientos de esta persona.

-Proporciona un contexto de actividad que puede utilizarse y disfrutarse diariamente. A medida que aumentan las discapacidades de la persona, puede resultar difícil encontrar otras cosas en la que ocuparla.

-Las personas con demencia y sus cuidadores suelen tener la impresión de que es difícil reunirse con otras personas. Puede ser que los amigos y otros familiares encuentren extraña la discapacidad, y ello los mantenga alejados. Un grupo de reminiscencia permite que las peresonas con demencia y sus cuidadores lleguen a conocerse en un contexto social. Amplía el mundo de sus relaciones sociales.

-Conservar los recuerdos, las figuras clave y las fechas importantes de la vida de una persona con demencia, y elaborar su historia familiar, puede ser de utilidad más tarde, cuando esa persona se vaya volviendo más discapacitada y ya no pueda recordar o comunicar estas cosas por sí misma.

-Si una persona con demencia pasa a estar bajo los cuidados del personal de una residencia, la historia de su vida o cualquier otra fuente de información tangible de sus recuerdos puede ser útil para el personal del centro a la hora de conocerla y comprenderla mejor en su individualidad.

El papel de la FAMILIA frente al cuidado del enfermo:

El papel que juega la familia del afectado en la evolución de la enfermedad es muy importante, ya que los cuidados y atenciones de su entorno pueden contribuir con su bienestar y , por tanto, proporcionarle una óptima calidad de vida a medida que el deterioro se hace más palpable.

En la familia de una persona con Alzheimer, siempre hay una persona, que sin darse cuenta, asume la mayor responsabilidad en la atención del enfermo, convirtiéndose en el cuidador principal. Después de un estudio realizado, se ha podido comprobar que el 83% de los familiares cuidadores son hijas de los mismos y que el resto son hijos.

Debido a la ignorancia, por parte de la población, en torno a esta enfermedad, los cuidadores se encuentran de pronto ante una situación totalmente desconocida que puede cambiar sus vidas e incluso puede llegar a producir estrés afectivo, inadecuación personal (cansancio, cefaleas, ansiedad, etc.) y vacío personal.

La falta de información sobre dicha enfermedad puede provocar tanto daños físicos como psíquicos, lo que, en muchas ocasiones produce, en el familiar cuidador, la aparición del Síndrome de Burnout o síndrome del cuidador quemado:

-Si el enfermo es una persona dependiente los daños físicos serán más comunes, ya que si un familiar no conoce las técnicas de movilidad que existen, puede hacerse daño al intentar desplazarlo de un lugar a otro.

-Los daños psíquicos suelen aparecer con mayor frecuencia en el cuidador. En muchas ocasiones, los familiares no consiguen empatizar con el enfermo y al no saber actuar correctamente ante diferentes situaciones, pueden llegar a sentirse impotentes con ellos mismos. Además, la paciencia es una de las cosas más importantes para tratar a los enfermos de Alzheimer, ya que estas personas repiten las mismas preguntas varias veces y en un corto periodo de tiempo. Ante esta situación algunos familiares suelen responder de una forma un poco agresiva, debido a que no se paran a pensar que esas repeticiones se deben a la enfermedad. La preocupación de no saber cómo actuar ante una situación así, puede llevar a que el cuidador presente frustración, síntomas de agotamiento e incluso síntomas depresivos.

Los cuidadores necesitan continuamente ayuda y apoyo de personas profesionales en el tema de la enfermedad de Alzheimer, para que no lleguen a situaciones extremas, pues primero tienen que mirar por su propia salud y después por la de los demás.

Durante el período de la enfermedad de Alzheimer, el afectado no siempre tiene la misma lucidez, en ocasiones estos se dan cuenta de que algo les ocurren porque saben que se les olvida las cosas continuamente. Por eso es muy importante que el cuidador sepa actuar en esta situación intentando normalizarla.

En todas las familias, el cuidador principal tiene más posibilidades de presentar problemas de salud, a no ser que los demás familiares le aporten ayuda para cuidar al enfermo.

Para que una persona cuide correctamente de un familiar con Alzheimer debe estar muy preparada mentalmente y asimilar principalmente la enfermedad él para que así se pueda poner en el lugar del afectado.

Cuidar de una persona con Alzheimer crea frustración e incluso pérdida de su propia vida en la persona que cuida día a día de esta, esto se puede evitar si cada familiar aporta una pequeña parte de su tiempo al cuidado del enfermo, así todos saldrán beneficiados.

Es muy importante que todos los familiares colaboren con el cuidado de la persona con Alzheimer, tengan paciencia y valoren el hecho de que aún se encuentran a su lado, además de la importancia de que la familia este unida más que nunca para que esta enfermedad pueda hacerse más llevadera.

 

Imagen

 

¿Existe TRATAMIENTO para esta enfermedad?

Actualmente no existe ningún tratamiento eficaz para la enfermedad de Alzheimer, aunque la ciencia lleve a cabo grandes esfuerzos para conseguirlo.

Pese a que la enfermedad es incurable, se ha podido comprobar que existen una serie de métodos y ejercicios muy útiles para trabajar las capacidades cognitivas del enfermo, consiguiendo de esta manera ralentizar el desarrollo del Alzheimer o estabilizarlo en la medida de lo posible.

tratamiento

 

Estas 10 señales nos advierten de la posible presencia del Alzheimer:

1. Cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana.

2. Dificultad para planificar o resolver problemas.

3. Dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa, en el trabajo o en su tiempo libre.

4. Desorientación de tiempo o lugar.

5. Dificultad para comprender imágenes visuales.

6. Nuevos problemas con el uso de palabras en el habla o lo escrito.

7. Colocación de objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para retrasar sus pasos.

8. Disminución o falta del buen juicio.

9. Perdida de iniciativa para tomar parte en el trabajo o en las actividades sociales.

10. Cambios en el humor o la personalidad.

«Al grano» con la enfermedad de Alzheimer. ¿Qué es?

La enfermedad de Alzheimer, también denominada como mal de Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales, debido al envejecimiento prematuro del sistema nervioso central. Suele aparecer a partir de los 65 años, aunque en ocasiones se manifiesta en edades más tempranas. Las mujeres la padecen con más frecuencia que los hombres, probablemente, porque viven más tiempo.

Los primeros síntomas de esta enfermedad son pequeñas pérdidas de memoria. Con el paso del tiempo esta pérdida se va haciendo cada vez más notoria, afectando a las actividades de la vida diaria y a las intelectuales. Dependiendo de la etapa en que se encuentre el usuario, los síntomas pueden ser:

– Estadio leve: tiene una duración aproximada de 2 a 5 años. En este estadio se observa un paulatino deterioro en la memoria. La persona olvida eventos recientes, no importa que hayan pasado 10,15 o 20 minutos de un hecho determinado. Además, suelen presentar cambios de humor y síntomas de depresión con apatía, pérdida de iniciativa y falta de interés. Junto a ello, suele aparecer agitación y ansiedad.
Por otra parte, los usuarios conservan la mecánica de la escritura y la lectura, al igual que se encuentran preservados los conocimientos generales sobre el mundo. El lenguaje, las habilidades motoras y la percepción son conservadas, el paciente es capaz de mantener una conversación, comprende bien y utiliza los aspectos sociales de la comunicación (gestos, entonación, expresión y actitudes) aún dentro de lo normal.

– Estadio moderado: tiene una duración aproximada de 2 a 10 años. En este estadio, la memoria del usuario empieza progresivamente a fallar, apareciendo así, síntomas más preocupantes. Además, la apraxia (dificultad que presenta el usuarios para llevar a cabo funciones aprendidas), la agnosia (perdida de la capacidad para reconocer a las personas con las que convive), la afasia (dificultad en el lenguaje) y algunos rasgos de tipo psicótico empiezan a aparecer.
En esta etapa, la capacidad para el pensamiento abstracto y la habilidad para llevar a cabo operaciones de cálculo desaparecen por completo, junto con sus aficiones, sus actividades sociales y de ocio, siendo cada vez más dependiente.

– Estadio grave:en esta tercera y última etapa, se presenta una amplia y marcada afectación de todas y cada una de las facultades intelectuales. Los síntomas cerebrales se agravan, acentuándose la rigidez muscular así como el cambio postural.
El usuario no reconoce a sus familiares y puede llegar a desconocer hasta su propio rostro ante un espejo. Además se encuentran profundamente apáticos.
Más adelante, tienen incontinencia urinaria y fecal. En la mayoría de los casos el paciente finaliza encamado, con alimentación asistida.